Peso | 0.320 kg |
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Dimensiones | 18 × 1.8 × 21 cm |
Publicado en 2016
La lectura juega la ronda de darse la cita. Simula entonar los cantos de cuna, de adolescencia, de la mujer mistraliana. El sendero de infancia es un camino de espinas, como todo EL SENDERO. No hace más que diferir, postergar, la realización del goce: aplazar el disfrute, más o menos prohibido, del cumplimiento del encuentro. Reditar –hasta decir basta– la fecha recitada del apóstrofe. El goce y el dolor son diferidos por el canto, ciertamente, habría que subrayar. Incluso cuando el romance parece desvirgar, uno a uno, de dos en dos, dos veces y una tercera, los pétalos. ¿Cuántos pétalos son? ¿Cuántas hojas hay que deshojar?
$12.000
Peso | 0.320 kg |
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Dimensiones | 18 × 1.8 × 21 cm |
Publicado en 2016
Este volumen se pretende como espacio de reunión de sus textos, la mayoría de ellos producidos en su exilio mexicano en la década de 1980. Agudo lector de las vicisitudes teóricas y políticas de la experiencia comunista, Malamud asentaba en textos dispersos un posicionamiento que le permitía seguir habitando la política comunista a condición de operar una crítica radical. Espacio de enunciación que nos recuerda, no sin coincidencia, a la del filósofo francés Louis Althusser. Amigos, interlocutores y camaradas, Malamud y Althusser estuvieron vinculados de distintas maneras desde la década de 1960 hasta sus muertes, acaecidas casi de manera simultánea.
El personaje de Cristóbal Colón reúne, en nuestra opinión, dos características atractivas para el autor, que quizás pudieron empujarlo a elegirlo como protagonista de una tragedia. En primer lugar, se trata de un hombre de mar, como Odiseo, uno de los faros en la vida de Kazantzakis, según él mismo confiesa en diversas ocasiones. Hay, por otro lado, un aspecto de la figura histórica que posee una atracción especial para aquél; Colón es el hombre que, firmemente confiado en una idea que parecía una locura, sale contra viento y marea a un aventura descabellada. El hombre que desafía toda prudencia y las columnas de Hércules lanzándose al abismo a la conquista de una ruta desconocida. Añadamos a estos otros ingredientes: Colón va al frente de una empresa mesiánica presidida por el signo de la Cruz y tiene un final trágico, abandonado de todos y aherrojado en prisión. Esa doble vertiente de marino y de hombre visionario que, “borracho de estrellas”, en una expresión castellana muy del gusto del autor, rompe los límites de la tierra conocida guiado por la fuerza de su alma, es lo que pudo empujar a Nikos Kazantzakis a la elección del personaje.