Peso | 0.177 kg |
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Dimensiones | 24 × 1 × 14 cm |
Publicado en 2016
Ósip Mandelstam escribía en La cuarta prosa, tengo muchos lápices, todos robados y de colores distintos, lápices afilados en la noche con una hoja de afeitar. No es difícil imaginar a Gramsci afilando esos lápices al modo de Mandelstam, imaginarlo en la penumbra entretenido con un lápiz y una hoja de afeitar. Esta imagen, acaso esa tarjeta de presentación o ese billete que podría ser esa hoja de afeitar, es la que de algún modo se busca retener como resguardo y seña de la lectura aquí emprendida. No se debería dejar de mencionar, por todo esto, que Razgovor o Dante, ese diálogo o conversación con Dante que el poeta ruso dictó en 1933 a Nadezhda Mandelstam, ha sido traducido habitualmente al caste- llano como Coloquio sobre Dante. |
$12.000
Peso | 0.177 kg |
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Dimensiones | 24 × 1 × 14 cm |
Publicado en 2016
“Los textos aquí presentados son una recopilación de anotaciones dejadas en cuadernos, agendas, libretas, papeles sueltos. No pertenecen a un determinado archivo más que al de la memoria abismada. En ningún caso pretenden conformarse sólo como un diario, de ahí a que no todos sigan fechada su situación. De ahí también que lo más justo y honesto sea llamarles simplemente escritos. Pues, esa fue su intuición primera, nacieron de la evocación única de escribir las experiencias que en ellos traza presencia ante el tiempo. Por lo que mal podría llamar a este Oficio Paralelo, bitácora, crónica, álbum u otras precisiones tipológicas que quizás, podrán organizar técnicamente los rigores de una norma, más no precisarían en translucir lo que rememoran sus aguas”. Palabras del autor. |
«Todo el trabajo humano puede ordenarse en una serie: en un extremo está el trabajo creador y libre del hombre de ciencia, del artista, del estadista y de muchos otros que esperan poder conducir con sus esfuerzos espontáneos a la humanidad, o al menos a una parte de ella, hacia adelante, y que en su obra fructífera y progresista encuentran la satisfacción más sublime de su íntimo ser. En el otro extremo está el trabajo uniforme y forzado que el obrero y campesino deben cumplir por necesidad, y que, por su monotonía y relativamente poca utilidad, lejos de enaltecerlos, sólo los fatiga y embrutece; tal trabajo fue siempre un aburrimiento […] En este sentido y visto desde el punto de mira de evolución, se puede considerar que la pena, condicionada por las leyes de nuestro desarrollo, era justa y legítima el hombre debía pasar, primeramente, por el período del trabajo corporal, rudo y áspero, para lograr al final la posibilidad del trabajo verdaderamente humano que satisfaga a la curiosidad espiritual del hombre. De esto hablaré en las páginas siguientes. George F. Nicolai» |